Orientación Profesional Manual para Cadetes 2013 - Armada de

ingresaron audazmente a la rada, atacando a la escuadra congresista que se encontraba fondeada y mediante la acción de torpedos hundieran al blindado “Almirante Blanco Encalada”. Finalmente, en las batallas terrestres de Concón y de Placilla, acaecidas los días 21 y 28 de agosto, las tropas del Ejército Constitucional derrotaron a las del Ejército Presidencial, éxitos logrados gracias a que las fuerzas congresistas dispusieron del control del mar. CONSOLIDACIÓN DEL PODER NAVAL Con la experiencia obtenida en las guerras del siglo XIX, la nación comprendió que para salvaguardar su existencia y soberanía, debía terminar con el uso de desmovilizar a la Armada, tan pronto se lograra neutralizar las amenazas enemigas. A las mejoras introducidas por los presidentes Santa María y Balmaceda para renovar el exhausto material usado en la Guerra del Pacífico, la del último mandatario cumplida parcialmente o interferida por razones de la guerra civil, sucedieron las emprendidas por Jorge Montt y los posteriores presidentes que hicieron crecer la flota para enfrentar un nuevo siglo. Finalizada la Primera Guerra Mundial, el Gobierno chileno adquirió el acorazado “Almirante Latorre” y tres cazatorpederos en Inglaterra. En Alemania se compraron cuatro escampavías que atendieron a la señalización marítima, y en Talcahuano fue inaugurado un dique de mayores dimensiones. Al promediar el siglo, Chile se esfuerza por mantener un Poder Naval consecuente con la condición esencialmente marítima del país, suficiente para desalentar cualquier empresa bélica ofensiva contra la soberanía nacional. En esta época son recibidos cruceros, destructores y submarinos, entregados mediante contrato de compra firmado con Estados Unidos, siendo incorporado a la Marina el Buque Escuela “Esmeralda”, nave construida en España a bordo de la cual guardiamarinas y grumetes en 1955 comienzan a realizar sus cruceros de instrucción oceánicos. Razones de orden político que hacia mediados de 1973 fueron calificadas como de “Grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República”, en medio de las cuales, el 11 de septiembre, asumió el mando de la Institución el Almirante José Toribio Merino Castro, quien después de ocupar el cargo en el que le cupo una destacada actuación, entregó la Comandancia en Jefe al almirante Jorge Martínez Busch.

Entre los años 70 y 80, los Intereses Marítimos de Chile estuvieron protegidos por una fuerza operativa que conformaron unidades de superficie, submarinas y anfibias adquiridas en Inglaterra y Alemania, también en España e Israel, con las que nuestro país enfrentó con eficacia situaciones de crisis internacional generadas en los extremos norte y sur del territorio. Entre ellas destaca la ocurrida al andar del año 1978. LA CRISIS DE 1978 El 29 de abril de 1977, en Londres, la Corte Arbitral que presidía Su Majestad Británica, comunicó a los gobiernos de Chile y Argentina que las islas Picton, Lennox y Nueva, conjuntamente con los islotes y rocas adyacentes a ellas, pertenecían a Chile. Habiendo sido más bien formal la intervención inglesa, tendiente a solucionar el conflicto limítrofe surgido al andar del siglo XX, la decisión unánime de una corte compuesta por un jurista sueco, un inglés, un norteamericano, un francés y un nigeriano, elegidos con acuerdo de las partes, quienes trabajaron más de seis años en busca de consenso, fue aprobada por la Corona Inglesa y pasó a tener carácter de Laudo Arbitral, que el Tratado de 1902 calificaba de “definitivo” e “inapelable”. Ante la decisión adoptada por el gobierno argentino el 7 de enero de 1978 de rechazar el fallo y declararlo “insanablemente nulo”, se generó en ambos países un ambiente bélico que llevó a la Armada chilena a cubrir en junio con fuerzas de Infantería de Marina todas las islas en disputa, con la consigna de “Defender el Territorio”. Mientras allende los Andes, unidades del Ejército argentino, situadas a poca distancia de pasos fronterizos en las regiones de Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy, así como San Carlos de Bariloche, se preparaban para cruzar la cordillera, el Alto Mando chileno reforzó sus dotaciones desde Concepción al sur. En el mes de diciembre, la Inteligencia Militar estimó que Argentina resolvería lanzar una invasión masiva sobre la zona austral y ataques de gran magnitud sobre, a lo menos, tres puntos distintos del territorio nacional. Mientras esto ocurría, en los buques de nuestra Escuadra, que navegaba en demanda de la Flota de Mar argentina, y en las posiciones defensivas repartidas a lo largo y ancho de la región magallánica insular, el recuerdo de Prat y su compromiso con la Patria fueron motivación principal de las tensas jornadas.

12 Capítulo Uno El Poder Naval Chileno

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