Orientación Profesional Manual para Cadetes 2013 - Armada de
Capítulo Doce
“La guerra es tan vieja como el hombre y morirá con él”, Napoleón.
LA GUERRA EN EL MAR
LAS TRES DIMENSIONES DE LA GUERRA EN EL MAR Antiguamente las marinas recorrían la superficie de los mares y combatían sobre éstos sin prestar atención a lo que ocurría sobre sus cabezas o en las profundidades. Los marinos de hoy, ya no se contentan con navegar en la superficie. El campo de acción de las flotas de combate se ha extendido al medio submarino y al espacio aéreo. Estas tres dimensiones, representan un teatro de operaciones de gran complejidad, debido a que cada dimensión tiene sus propias leyes y características particulares. Las unidades y los misiles se desplazan por dicho teatro a mayor o menor velocidad, permanecen en él por mayor o menor tiempo, pueden ser detectados fácilmente o, por el contrario, pasar inadvertidos para casi todos los medios de detección. Un gran número de elementos entra en juego: buques de superficie, aviones, helicópteros, submarinos, satélites, torpedos, proyectiles, misiles y minas, ondas electromagnéticas y acústicas. Sin embargo, pese a los cambios que el desarrollo tecnológico ha introducido en la guerra del mar, se ha mantenido el concepto rector de que su fin es alcanzar el Control del Mar, es decir emplear sus aguas en beneficio propio (transporte, explotación de recursos y otros) y negar su empleo por parte del enemigo. Este control es imperfecto y relativo, por cuanto aun cuando un adversario haya logrado la destrucción de las principales fuerzas de superficie de su oponente, éste podrá poseer otros medios de gran potencia ofensiva para continuar disputando ese dominio e intentar proyectar su poder militar sobre el territorio adversario.
La Superficie Los océanos cubren las tres cuartas partes de la superficie del globo, haciendo del mar un lugar de paso sin márgenes ni fronteras y convirtiendo a los buques en pequeños puntos perdidos en su inmensidad. La superficie del mar se ocupa principalmente como medio de desplazamiento, pero para recorrerla y combatir en ella, es preciso dominar las técnicas y las prácticas del arte de la navegación, prestando la mayor atención al conocimiento de los factores geográficos e hidrográficos involucrados. Antes de la aparición del radar y el avión, la línea del horizonte limitaba a unas pocas millas la detección de buques. La noche, neblina y lluvias eran obstáculos infranqueables. Hoy los radares de aeronaves, sensores de escucha de submarinos y los medios de detección de ciertos satélites pueden descubrir, a grandes distancias, la presencia de buques de superficie; sin embargo, el océano sigue siendo inmenso, constituyendo un medio mucho más difícil de vigilar eficazmente que el espacio aéreo que lo cubre. La superficie de las mareas es un medio cambiante, móvil, complejo, sometido a los caprichos de la meteorología y del clima. Un buque es una plataforma inestable, donde los balances y cabeceos hacen que nada se mantenga fijo. Se requiere de instrumentos y mecanismos muy complejos para saber con exactitud la dirección del norte y la referencia vertical. Todos los buques, por grandes y modernos que sean, deben adaptarse a la fuerza de los vientos y las olas.
153 La Guerra en el Mar Capítulo Doce
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