Orientación Profesional Manual para Cadetes 2013 - Armada de
El Mundo Submarino Impenetrables para el hombre, hasta fines del siglo pasado, las profundidades marinas todavía siguen siendo el dominio más extenso y menos explorado de la tierra. Para los submarinos militares, la profundidad de 1000 metros constituye un verdadero umbral, ya que a mayor inmersión serían aplastados por la presión que sobre ellos ejercería el agua. En las profundidades oceánicas, las ondas electromagnéticas (radio, radar, rayos infrarrojos y láser), apoyo habitual de los medios de comunicación y de detección, son absorbidos, al igual que la luz, por algunos metros de agua en profundidad. Como contrapartida, el agua es buena conductora de las vibraciones mecánicas, tales como las ondas sonoras, cuya propagación en un medio acuoso permitirá utilizarlos para la detección submarina. Las ondas electromagnéticas se propagan casi siempre en línea recta; las acústicas siguen diferentes caminos que varían en función del medio ambiente: profundidad, temperatura y salinidad. Mientras más progresa el conocimiento sobre el medio marino y la acústica submarina, más conciencia se tiene de la complejidad y dificultad de detectar, clasificar y traquear los objetivos móviles, como los submarinos que ahí navegan. El Espacio Aéreo Desde los primeros años de la conquista del aire, algunos marinos comprendieron la importancia de utilizar nuevos ingenios para extender las posibilidades de acción de sus buques en dos dominios: la observación aérea y el ataque a las fuerzas navales enemigas. Desde esa época, las aeronaves de la Marina han cumplido un creciente número de misiones, hasta llegar a ser hoy día parte integral y casi indispensable de las fuerzas navales modernas. Sobre el mar, las aeronaves no se ven enfrentadas a las sorpresas del relieve. Los aviones y los helicópteros vuelan a algunos pocos metros de la superficie, ya que desde el momento que toman altura, son presa fácil de los radares que pueden detectarlos a cientos de millas de distancia.
Radares de detección temprana, radares de control de fuego y dispositivos de autoguiado de los misiles, aprovechan las buenas condiciones de propagación que tienen las ondas electromagnéticas en la atmósfera. El espacio aéreo es vigilado estrechamente, los aviones civiles no escapan a la vigilancia de los radares de control y a las reglas internacionales de circulación aérea, pero a ras de las olas, las cosas se complican, ya que los radares de detección aérea pierden discriminación y los aviones de combate y los misiles de vuelo rasante tratan de explorar esta particularidad del espacio sin relieve, que es la atmósfera sobre el mar. GUERRA DE SUPERFICIE
La guerra de superficie incluye todas las operaciones dirigidas a contrarrestar la amenaza de superficie enemiga, empleándose fuerzas tales como buques con cañones y misiles de alcance corto y transhorizonte, lanchas rápidas o misileras, y aeronaves de ala fija o rotatoria. Los sensores empleados son los radares de alerta temprana, radares tácticos, de navegación y control de fuego, medidas de apoyo electrónico (M.A.E.), medidas de apoyo en comunicaciones (M.A.C.) y el ojo humano, todas operando en sincronismo con las armas y contramedidas electrónicas y mecánicas en uso. Problemas de la Guerra de Superficie Las primeras acciones indispensables para batir un blanco de superficie y guiar los misiles hasta él, presentan numerosos problemas para un buque si éste no dispone de medios auxiliares que le cooperen. Toda unidad de superficie vacilará en utilizar sus radares para detectar al adversario, ya que al actuar así corre el riesgo de ser detectado por las M.A.E.
154 La Guerra en el Mar Capítulo Doce
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